Los usuarios de las bibliotecas ya no pueden ser considerados individuos aislados con necesidades únicamente personales. Se trata de individuos conectados socialmente que necesitan espacios de encuentro para llevar a cabo determinadas tareas que comparten con otros. La biblioteca escolar se vincula a esta nueva realidad. Y lo puede hacer personalizando sus acciones, diferenciado necesidades e identificando colectivos específicos dentro de la propia comunidad educativa.
En este sentido nos puede ser útil diferenciar :
- comunidades de aprendizaje ( grupos- clase )
- comunidades de intereses (alrededor de la lectura o de la edición digital )
- comunidades de práctica (profesorado, familias... ) .
Esto afecta a los servicios y actividades de la biblioteca pero también a su estructura organizativa. La colección, la distribución de la sala y las infraestructuras disponibles son los tres elementos que conforman su materialidad. Si las funciones de la biblioteca abarcan dinámicas más sociales y más relacionales es lógico que su entorno físico precise modificaciones así como la complementariedad del entorno virtual.
La biblioteca como centro de recursos se abre ahora a nuevas posibilidades de uso que van más allá de la lectura y la consulta informativa. No sólo deben facilitar el acceso a la información sino también deben favorecer y promover la realización de las actividades que impliquen la construcción de conocimiento.
Porqué las prácticas informativas están asociadas a la realización de tareas específicas que conllevan la apropiación de la información por parte del lector y su aplicación práctica. Es por ello que las bibliotecas son entornos para la lectura pero también entornos para la creación.
La tendencia es que los espacios de las bibliotecas sean espacios altamente tecnológicos con infraestructuras específicas como impresoras, escaners y laboratorios audiovisuales con el objetivo de desarrollar centros que no solo proporcionen recursos sino también fomenten el trabajo colaborativo y la creatividad.