El acceso al conocimiento nos parece más dificultoso porque los caminos no son unilaterales sino múltiples, pero los niños y jóvenes de hoy están acostumbrados a ello, se mueven en un universo dinámico, lleno de fragmentación y de inmediatez, un mundo mosaico y simultáneo de continúa estimulación (Morduchowicz, 2010).
Esto debe interrogarnos, debe movilizarnos, hemos de poder abrirnos si miedo a esta visión e intentar ver como ellos, sino… ¿cómo podemos abordar su formación?. Pero ver no significa mirar. Ellos han de aprender a mirar con sentido crítico y actuar con responsabilidad. Tomar conciencia de esta cuestión nos apodera de una responsabilidad irrenunciable. Nos acomete a realizar una intervención educativa que incluya a la vez modelaje y acompañamiento en el acceso a buenos contenidos, en la comprensión de los discursos que estos incluyen, y en la elaboración y comunicación de creaciones propias. Un reto impostergable para los educadores del siglo XXI.
Debemos valorar la necesidad de educar de forma prioritaria en el conocimiento y uso práctico de las potencialidades y limitaciones de los diferentes modos de representación. Así pues la tecnología (los medios) ha de empezar a tener un papel secundario en nuestros foros. Lo relevante son las capacidades lingüísticas y comunicativas a desarrollar para la recuperación, comprensión y elaboración eficaz de contenidos considerando la gran diversidad de modos comunicativos disponibles para su representación. Este aspecto es crucial para comprender donde es preciso fijar la mirada, y poder determinar con lucidez qué es lo realmente significativo cuando hablamos de competencia informacional.
Texto extraído del artículo:
Articulación curricular de la competencia informacional. Contribución de la biblioteca escolar y corrersponsabilidad de las áreas. Por Glòria Durban en la Publicación Libro Abierto de información y apoyo a las biblioteca escolares andaluzas (abril 2012).