En la última década el sector bibliotecario se ha esforzado en ordenar el entorno digital sin realmente conseguirlo. Esto también ha incidido en las bibliotecas escolares que han ido elaborado selecciones y bibliotecas digitales con la intención de facilitar el acceso y filtrar contenidos. Actualmente hay que reconocer que no podemos ordenar el mundo digital con los mismos parámetros que ordenamos el mundo físico.
Desde la biblioteca escolar podemos movilizar nuestra comunidad educativa hacia la construcción colectiva de colecciones digitales desordenadas pero accesibles a través de etiquetas y taxonomías múltiples. Hemos de poner nuestro empeño más que en establecer “bibliotecas digitales” a elaborar estrategias especificas que nos permitan filtrar y redistribuir contenidos digitales a tiempo real porque la información disponible cada día es mayor.
Es imprescindible que alguien desarrolle la función de crear en las organizaciones “pasarelas” de información enfocada pensando en neutralizar la sobrecarga informativa. Así pues la función de filtro y redistribución de recursos digitales es una función que deben contemplar las organizaciones educativas del siglo XXI. El docente responsable de la biblioteca escolar y el equipo de apoyo han de estar preparados para ello. Es un nuevo reto vinculado a una nueva necesidad.
Por esta razón hay que estar atentos al futuro próximo ya que es posible que pronto aparezcan nuevas maneras de llevar a cabo las funciones que siempre ha tenido encomendadas la biblioteca escolar y tengamos que establecer entonces nuevas premisas. En este sentido el poder de la biblioteca escolar en la sociedad digital no está vinculada únicamente a su virtud conciliadora entre tecnologías diversas sino también a su extraordinaria capacidad de adaptabilidad y permeabilidad a los tiempos.
Texto extraído del articulo:
Docentes responsables de la biblioteca escolar. Profesionales comprometidos con su comunidad educativa por Gloria Durban publicado en el portal Libro Abierto (junio 2012)