Actualmente las bibliotecas escolares se desarrollan como referentes culturales vivos y dinámicos, generadores de actividad continua y acciones especificas de fomento de la lectura, vinculadas a celebraciones, efemérides, visitas de escritores.....en relación a la literatura pero también a las diversas disciplinas académicas.
Pero aunque sea una evidencia no conviene olvidar en plena era digital que la acción que las bibliotecas escolares llevan a cabo como referentes culturales está especialmente vinculada a la función que estas asumen de garantizar la presencia de libros en la escuela, porqué hablar de bibliotecas es hablar de libros. Aunque podemos leer libros en soporte digital, los libros físicos aún tienen razón de existir en un mundo donde convive lo digital, lo impreso y también la oralidad. ¿A qué libros nos referimos?
Nuestra responsabilidad es procurar la existencia en la escuela de libros nuevos y atractivos de valor práctico y funcional. Evidentemente obras de calidad. En soporte papel y avanzar hacia la incorporación del soporte digital. Debemos organizarlos y disponerlos para facilitar su uso y mediar su encuentro.
Si en determinados centros de histórica trayectoria se custodian libros que son joyas bibliográficas, aunque no tengan un uso práctico, deberíamos conservarlos. Configuran un corpus valioso que ha de actuar no solo como patrimonio histórico del centro sino también como referente cultural de la comunidad educativa. Merecen pues visibilidad en algún lugar del centro educativo.
En cambio sí podemos desprendernos de ese fondo documental intermedio que llena aun muchas de nuestras bibliotecas y que ya no sirve por su precariedad, caducidad informativa o baja calidad en la edición. Algunos de ellos aunque puedan ser buenas obras su estado físico no "anima" al posible lector a leerlos y deberíamos en este caso remplazarlos.
Es importante diferenciar estas tres categorías. El error es poner todos los libros en el mismo nivel de importancia y sacralizar el concepto de libro como objeto, tanto en positivo como en negativo. No podemos valorar los libros solo como objetos. Es normal que ahora los libro-objeto se perciban obsoletos o bien poco atractivos. El objeto físico es solo un receptáculo de lo que realmente configura un libro en sí.
Los libros son obras. Son fruto de un acto creativo. Son obras creadas por personas que han querido en determinado momento comunicar alguna cosa. Los libros nos hablan. Se trata de obras pequeñas, grandes, buenas, no tan buenas... pero son en definitiva obras... con una estructura interna y una finalidad a la hora de ser creadas.
Si son obras los libros son la voz de los que nos preceden. Los libros son pensamiento, son significados que otros han dado a la vida y a las cosas.... Por dicha razón es labor de la biblioteca escolar garantizar su existencia y promover su encuentro.
Esta es en definitiva la labor de las Humanidades en un centro educativo, hacer despertar la sensibilidad por conocer las voces de la Humanidad, las que nos preceden y también las de nuestro tiempo. Las bibliotecas escolares tienen aquí descrita la finalidad de TODO lo que hacen.
Pero actualmente las Humanidades (las artes, la literatura, la música, la historia, la filosofía, el pensamiento ....) están perdiendo presencia y peso dentro del currículo. Los centros educativos tienen en sus manos la posibilidad de luchar contra ello con acciones concretas o conformarse con esta realidad. Las bibliotecas escolares aunque puedan ser prescindibles son más necesarias que nunca en esta situación de descompensación curricular.
Las Humanidades son clave para el desarrollo personal y social de la persona. Para conformar una identidad personal, un proyecto personal ... no sólo hay que mirar hacia el futuro pensando cómo queremos ser, si no también tenemos que considerar quiénes somos y de dónde venimos. Todo esto es fundamental para la educación de nuestros niños y jóvenes. Las bibliotecas escolares son para ellos su referente cultural más cercano. No podemos eludir esta responsabilidad.