- El mundo de la pantalla es un mundo muy distinto al mundo de la página escrita, requiere una vida intelectual, perceptiva, asociativa y reactiva muy diferente, nace una nueva ética y una nueva técnica intelectual que define de modo distinto lo que consideramos conocimiento válido así como las formas de adquisición, distribución y consumo del mismo.
- Preparar a los ciudadanos no solo para leer y escribir en las plataformas multimedia sino para que se impliquen en el mundo comprendiendo la naturaleza enredada y conectada de la vida contemporánea, se convierte en un imperativo ético además que una necesidad técnica.
- La imparable y poderosa penetración social de las nuevas tecnologías ha alterado nuestras vidas ofreciendo novedosas peculiaridades al conocimiento y experiencia de los seres humanos. Cabe considerar estos aspectos:
1- La expansión de las herramientas digitales como extensión de los recursos y posibilidades de conocimiento y acción. Ello supone una reestructuración de lo que entendemos por conocimiento, de las fuentes y criterios de verdad, y de los sujetos autorizados y reconocidos como creadores de conocimiento.
2- El carácter distribuido del conocimiento. La cognición, tanto los contenidos como los procesos, se encuentra distribuida y dispersa entre mentes humanas, medios digitales, grupos de personas, espacios y tiempos. Se provee un acceso descentralizado a una enorme cantidad de información que se organiza con criterios distintos a los tradicionales.
3 - La externalización hacia las máquinas de tareas, funciones y actividades. Cabe destacar la traslación en el foco educativo, del trabajo rutinario que se puede automatizar y por tanto externalizar, a las tareas cognitivas de orden superior, creativas, artísticas y de atención y cuidado humano, no rutinarias, que implican creación y relaciones sociales que generalmente no se pueden ni automatizar ni externalizar.
4- Los aprendizajes de orden superior para ayudar a vivir en la incertidumbre y la complejidad. La memorización ya no se aprecia tanto como necesaria como la habilidad para organizar las ideas a favor de un pensamiento independiente, fundamentado y contextualizado. Se requiere desarrollar hábitos intelectuales que preparen para un futuro en el cual todo es mas accesible, complejo, global, flexible y cambiante.
5 - La cooperación como exigencia del conocimiento y de la acción en la era de la información. Tiene una gran importancia la interacción y el trabajo en equipo, la complementariedad de roles y conocimientos dispersos para afrontar la complejidad de funciones en la vida social, política y laboral contemporánea. Los espacios de afinidad tienen en común una tarea, y no se definen por edad o por género o sector social. Supone una ligación a una tarea o interés que está acotada en el tiempo y que depende de la iniciativa de los participantes.
6- El cambio en la concepción sobre la naturaleza y funcionalidad de la información y del conocimiento. Aparece la idea de cultura participativa y de inteligencia distribuida, a diferencia de la concepción del conocimiento experto.Sostiene la posibilidad de combinar conocimientos diversos y construir conocimiento común a partir de los intercambios permanentes que implican contrastes, complementariedades y enriquecimientos mutuos.
7- La exigencia de enfoques holísticos. Para manejar la complejidad y la incertidumbre se requiere la integración de comprensión y actuación basadas en la integración de conocimientos, actitudes y habilidades más que aprendizaje aislado y fragmentado de conocimientos por un lado y habilidades por otro.
(*) Pérez Gómez, Ángel I. Educarse en la era digital. Madrid: Morata, 2012
2- El carácter distribuido del conocimiento. La cognición, tanto los contenidos como los procesos, se encuentra distribuida y dispersa entre mentes humanas, medios digitales, grupos de personas, espacios y tiempos. Se provee un acceso descentralizado a una enorme cantidad de información que se organiza con criterios distintos a los tradicionales.
3 - La externalización hacia las máquinas de tareas, funciones y actividades. Cabe destacar la traslación en el foco educativo, del trabajo rutinario que se puede automatizar y por tanto externalizar, a las tareas cognitivas de orden superior, creativas, artísticas y de atención y cuidado humano, no rutinarias, que implican creación y relaciones sociales que generalmente no se pueden ni automatizar ni externalizar.
4- Los aprendizajes de orden superior para ayudar a vivir en la incertidumbre y la complejidad. La memorización ya no se aprecia tanto como necesaria como la habilidad para organizar las ideas a favor de un pensamiento independiente, fundamentado y contextualizado. Se requiere desarrollar hábitos intelectuales que preparen para un futuro en el cual todo es mas accesible, complejo, global, flexible y cambiante.
5 - La cooperación como exigencia del conocimiento y de la acción en la era de la información. Tiene una gran importancia la interacción y el trabajo en equipo, la complementariedad de roles y conocimientos dispersos para afrontar la complejidad de funciones en la vida social, política y laboral contemporánea. Los espacios de afinidad tienen en común una tarea, y no se definen por edad o por género o sector social. Supone una ligación a una tarea o interés que está acotada en el tiempo y que depende de la iniciativa de los participantes.
6- El cambio en la concepción sobre la naturaleza y funcionalidad de la información y del conocimiento. Aparece la idea de cultura participativa y de inteligencia distribuida, a diferencia de la concepción del conocimiento experto.Sostiene la posibilidad de combinar conocimientos diversos y construir conocimiento común a partir de los intercambios permanentes que implican contrastes, complementariedades y enriquecimientos mutuos.
7- La exigencia de enfoques holísticos. Para manejar la complejidad y la incertidumbre se requiere la integración de comprensión y actuación basadas en la integración de conocimientos, actitudes y habilidades más que aprendizaje aislado y fragmentado de conocimientos por un lado y habilidades por otro.
(*) Pérez Gómez, Ángel I. Educarse en la era digital. Madrid: Morata, 2012