jueves, 1 de septiembre de 2016

Las bibliotecas escolares como entornos sociales de lectura y aprendizaje para la comunidad


El modelo de desarrollo e implementación de bibliotecas escolares de nuestro país precisa en este momento una actualización para poder conectar con la realidad de la escuela y los procesos de transformación que ésta ha de afrontar.

Las bibliotecas en los centros educativos forman parte de la organización escolar, son infraestructuras bibliotecarias que están organizadas y activadas al servicio de la acción del profesorado y de los proyectos del centro. Se convierten así en recursos educativos para el fomento de la lectura y en agentes mediadores para el acceso a la información.

Pero esta transformación (de ser solo infraestructura bibliotecaria a pasar a ser un recurso útil y un agente mediador) depende del sentido y valor que le atribuimos y de la estrategia de implementación que desarrollemos.

Así pues… ¿cómo podemos definir la biblioteca escolar de una institución educativa del siglo XXI? ¿Tiene aún sentido definirla como centro de recursos para la enseñanza y el aprendizaje?

En una escuela donde las dinámicas en el acceso a la información y uso de los recursos han cambiado radicalmente, está perdiendo sentido  una definición de biblioteca escolar desde su consideración de centro de recursos para la enseñanza y el aprendizaje.

Todo apunta a que el modelo CREA o BECREA ha de actualizarse. Aunque es obvio que una biblioteca per se es un centro de recursos y un núcleo de dinamización lectora, y que todo ello se vincula al currículo, la actualización sin querer modificar estos dos aspectos, lo que pretende es revitalizarlos dentro del nuevo contexto escolar.

La actualización consiste en presentar la biblioteca escolar de forma que conecte con la realidad de la escuela, con las dinámicas relacionales y sociales del centro educativo. En situar en primer lugar la dimensión social de la biblioteca que es propia de su quehacer pero que hasta el momento se limita a una extensión cultural o a la realización de algunas actividades con el entorno y las familias.

La cuestión ahora es situar la biblioteca como instrumento para fortalecer la dimensión comunitaria de la institución escolar e impulsar la corresponsabilidad educativa en el equipo docente.


Nace así la posibilidad de centrar el desarrollo e implementación de la biblioteca escolar más allá del currículo. Se necesitan bibliotecas centradas en la propia comunidad educativa. Bibliotecas pensadas como plataformas sociales de desarrollo comunitario en el contexto especifico de un centro educativo.

Desde esta perspectiva podemos definir las bibliotecas escolares como entornos sociales de lectura y aprendizaje para la comunidad con cinco ámbitos de actuación para llevar a cabo las funciones que le corresponden.

ÁMBITOS

1. Entorno para la socialización de la lectura
2. Entorno al servicio de los aprendizajes
3. Espacio abierto a la comunidad educativa
4. Referente cultural del centro escolar
5. Plataforma para proyectos colaborativos

Porqué las instituciones educativas de nuestro tiempo deben avanzar hacia una cultura organizativa que enfatice el valor de la comunidad y de la corresponsabilidad del profesorado. Se precisan cambios en la organización escolar y en la cultura de trabajo, y para ello hemos de utilizar los instrumentos disponibles en la escuela que tengan esencia comunitaria, como es el caso de la biblioteca escolar.

Aunque parezca una utopía, es menester construir centros educativos presididos por la comunicación, la colaboración, el respeto, las relaciones personales… La personalización y consideración del valor del capital humano. La escuela ha de ser una organización positiva, un lugar que cuida y promueve el bienestar de todos sus miembros poniendo las personas en el centro.