viernes, 4 de diciembre de 2015

El equipo de biblioteca como modelo de gestión colaborativa: de las aulas a la biblioteca


Las funciones de la biblioteca escolar se vinculan a la voluntad de contribuir a desarrollar mejoras en los procesos formativos, pero también a la voluntad de generar dinámicas de relación y colaboración dentro de la comunidad educativa. Hay un doble propósito. La dimensión mediadora y formativa se complementa con la dimensión social de la biblioteca que afecta a toda la comunidad (docentes, alumnos, familias...)

Ha llegado el momento de considerar la realidad tal como es. Durante demasiado tiempo hemos organizado y dinamizado la biblioteca escolar desde la propia biblioteca, mirando las aulas desde la biblioteca. La biblioteca ha de ser escuela, ha de implementarse con un modelo de gestión  que responda a una mirada de la biblioteca desde las aulas, ello implica que todos podamos ser biblioteca.

Es por ello que el modelo de gestión de la biblioteca, que es un aspecto que articula los mecanismos básicos de su funcionamiento, también debería considerar esta dimensión social y comunitaria, estableciéndola como elemento fundamental. Porque la biblioteca considerada como instrumento y no como objetivo en sí misma permite generar vínculos personales y comunitarios dentro del centro educativo, así como dinámicas de colaboración.

La constitución del equipo de biblioteca debería integrar una representación del profesorado de diferentes especialidades. Con este modelo, el coordinador/a o resposanble de la biblioteca,  no es sólo el responsable de un recurso educativo, sino que pasa a ejercer también funciones de coordinación educativa. De esta manera se promueve un trabajo integrado en la actividad escolar, que permite aglutinar sinergias desde diferentes agentes educativos, estableciendo dinámicas de convergencia y colaboración en ámbitos curriculares compartidos.

Para la organización del equipo de biblioteca cabe destacar las siguientes características: flexibilidad, dinamismo y autorregulación, liderazgo distribuido y coordinación. Al mismo tiempo hay que considerar la necesidad del reconocimiento administrativo de las funciones que se llevan a cabo y las premisas de formación que se requieren.

Flexibilidad


La composición de este equipo está condicionada a los objetivos, a la programación didáctica y el plan de trabajo de la biblioteca y el proyecto educativo de centro. No hay vocación de constituir un equipo de trabajo fijo con respecto al número de miembros o la especialidad. Habrá, sin embargo, por parte de las directivas una asignación horaria determinada para cada miembro y una temporalización de reuniones. El equipo, pues, se configurará con criterios diferentes en cada centro, en función de su proyecto y de los objetivos programados cada curso. A modo de ejemplo habrá cursos que quizás el equipo es más científico porque queremos trabajar la lectura desde este ámbito, y otro curso es más creativo porque queremos articular un proyecto basado en los cómics y álbumes ilustrados. O tal vez optamos por un equipo heterogéneo y marcamos objetivos más diversificados.

Dinamismo y autorregulación

La adaptación a la realidad concreta del aula y al entorno educativo necesita de respuestas diversas, y de un conocimiento directo de la comunidad educativa; las estrategias de intervención y las actividades deben ser revisadas periódicamente para que el alumnado y el equipo docente varían cada curso. Hay que contar con las dinámicas relacionales de las aulas, conocer el progreso del grupo clase o el perfil del profesor para ajustar la mediación. Conocimiento del centro educativo, una mentalidad abierta y capacidad adaptativa, son valores que deben tener los miembros del equipo.

Liderazgo distribuido y coordinación

El liderazgo distribuido representa la confianza que depositamos en los miembros del equipo, en su capacidad de impulsar o gestionar iniciativas de manera autónoma en el marco de un proyecto global que se concreta en la Programación didáctica y en el Plan Anual y que responde a los ámbitos de actuación de la biblioteca. La combinación de intervenciones en unos destinatarios que cada curso se perfilan como nuevos, requiere de una coordinación que vele porque la simultaneidad y variedad de estrategias, su aplicación de forma continuada o puntual, formen parte de un proyecto coordinado. La figura de un coordinador/a es capital para dar unidad y continuidad a las tareas y funciones que asume la biblioteca.

Reconocimiento administrativo y formación

La importancia de la labor desarrollada debe tener un reconocimiento administrativo que estimule el valor añadido que representa la coordinación de biblioteca. La especialización y actualización formativa en los diferentes ámbitos de trabajo de la biblioteca, como por ejemplo la literatura juvenil o la competencia informacional, deben ser prioritarios para el equipo de biblioteca.