Conferencia en la Biblioteca del Congreso de la Nación, el 24 de Abril de 2015, en la apertura de la Jornada Académica de la Sección América Latina y el Caribe IFLA. Argentina.
(...) El profesional bibliotecario no es solamente esa persona que está del otro lado del mostrador y al que se abruma con tecnologías y sistemas y metodologías de trabajo que en muchísimos casos son atemorizantes, intimidatorios y hasta fantasmales. Me parece que si a esto no lo tenemos en cuenta vamos a equivocarnos muy gravemente.
(...) Los bibliotecarios son mediadores clave, nexos específicos entre la sociedad y la lectura, y por lo tanto tienen una responsabilidad que no siempre se reconoce. Ni ellos mismos ni la sociedad hacia ellos. Vivimos en una sociedad que es súmamente contradictoria respecto de sus bibliotecas y bibliotecarios. Por eso me parece importante enmarcarlos adecuadamente.
(...) Los bibliotecarios son mediadores clave, nexos específicos entre la sociedad y la lectura, y por lo tanto tienen una responsabilidad que no siempre se reconoce. Ni ellos mismos ni la sociedad hacia ellos. Vivimos en una sociedad que es súmamente contradictoria respecto de sus bibliotecas y bibliotecarios. Por eso me parece importante enmarcarlos adecuadamente.
(...) Yo aspiro, lo tengo escrito, a un tipo de bibliotecario asumido como intelectual, humanista, sensible y con sentido social. El bibliotecario, como el maestro, trabaja con su intelecto y con información, libros, lecturas. Su trabajo, por definición, dice Castrillón, "supera lo estrictamente técnico-profesional”.
La mayor amenaza para las bibliotecas, hoy, son las bibliotecas mismas”. Y yo agrego: también los bibliotecarios que se resisten a cambiar de actitud. O sea los bibliotecarios que se niegan a que en su formación se incluya la construcción del lector. Y es que ninguna técnica, ningún sistema estandarizado de catalogación, nada reemplaza el saber sobre los libros que acumula y puede compartir quien los ha leído y amado. Ésa es la función de mediación que deberían ejercer todos los bibliotecarios.
(...) Por eso para mí lo esencial del rol del bibliotecario no es solamente su nuevo rol y capacitación tecnológicos. Es sobre todo su rol social, y su capacidad lectora, lo que me importa reflexionar a la par de los extraordinarios avances cibernéticos que ellos sin dudas deben incorporar como saberes actualizados. Porque está muy bien que se enfrenten al reto de las nuevas tecnologías, y es obvio que tendrán que adaptarlas a nuevas condiciones y necesidades, y para ello deben seguir capacitándose, pero sin perder de vista la inmensa responsabilidad social de la profesión que han elegido. Y porque de entre todos los mediadores de lectura los bibliotecarios son los encargados de una transmisión aparentemente más pasiva de la pasión por leer, pero no es menos importante que la de padres y maestros.
La formación de un nuevo tipo de bibliotecario, entonces, requiere NO SOLAMENTE DE CAPACITACIONES TECNOLÓGICAS, que están muy bien y son necesarias y pueden ser irreprochables, sino ante todo y sobre todo requiere que sea un buen lector. O sea un lector curioso y gustoso, porque sólo así serán críticos, informados, reflexivos, inquietos, agudos y abiertos, conscientes y orgullosos de sus conocimientos y generosos para abrir las mentes de la comunidad que los consulte.
La mayor amenaza para las bibliotecas, hoy, son las bibliotecas mismas”. Y yo agrego: también los bibliotecarios que se resisten a cambiar de actitud. O sea los bibliotecarios que se niegan a que en su formación se incluya la construcción del lector. Y es que ninguna técnica, ningún sistema estandarizado de catalogación, nada reemplaza el saber sobre los libros que acumula y puede compartir quien los ha leído y amado. Ésa es la función de mediación que deberían ejercer todos los bibliotecarios.
(...) Por eso para mí lo esencial del rol del bibliotecario no es solamente su nuevo rol y capacitación tecnológicos. Es sobre todo su rol social, y su capacidad lectora, lo que me importa reflexionar a la par de los extraordinarios avances cibernéticos que ellos sin dudas deben incorporar como saberes actualizados. Porque está muy bien que se enfrenten al reto de las nuevas tecnologías, y es obvio que tendrán que adaptarlas a nuevas condiciones y necesidades, y para ello deben seguir capacitándose, pero sin perder de vista la inmensa responsabilidad social de la profesión que han elegido. Y porque de entre todos los mediadores de lectura los bibliotecarios son los encargados de una transmisión aparentemente más pasiva de la pasión por leer, pero no es menos importante que la de padres y maestros.
La formación de un nuevo tipo de bibliotecario, entonces, requiere NO SOLAMENTE DE CAPACITACIONES TECNOLÓGICAS, que están muy bien y son necesarias y pueden ser irreprochables, sino ante todo y sobre todo requiere que sea un buen lector. O sea un lector curioso y gustoso, porque sólo así serán críticos, informados, reflexivos, inquietos, agudos y abiertos, conscientes y orgullosos de sus conocimientos y generosos para abrir las mentes de la comunidad que los consulte.
(...) Es la Pedagogía de la Lectura la que no debemos perder de vista. O sea el estudio de las actitudes, habilidades y prácticas de lectura de una sociedad determinada, y en las cuales el bibliotecario moderno, contemporáneo, debe ser un maestro. La Pedagogía de la Lectura observa y analiza usos y costumbres, e investiga y propone el desarrollo de una sociedad de lectores. Se apoya en los mediadores de lectura, que son aquellos que actúan profesionalmente en el campo de la educación (docentes y bibliotecarios) y también en los mediadores familiares, que son los primeros y más cercanos inductores de lectura de toda persona.
El objetivo primero y principal de la Pedagogía de la Lectura es sembrar la semilla del deseo de leer y estimular todas las posibles prácticas lectoras. Procura que todas las personas lean y se orienta a fortalecer los hábitos lectores de las personas que ya leen, proveyéndolas de ideas y estrategias para que ellas mismas ayuden a que otras personas quieran leer. Así, forma a los futuros formadores de lectores.
(...) La práctica de la lectura es una práctica de reflexión, meditación, ponderación, balance, equilibrio, mesura, sentido común y desarrollo de la sensatez. Todo eso que debe ameritar un buen bibliotecario. Leer es un ejercicio mental excepcional, un precioso entrenamiento de la inteligencia y los sentidos. Correlativamente, las personas que no leen están condenadas a la ignorancia, la improvisación y el desatino. Por eso los bibliotecarios como mediadores son fundamentales, porque en el imaginario social ellos son la cara del saber y el conocimiento. De modo que si ellos no leen caen en abierta contradicción porque más allá de sus conocimientos y habilidades tecnológicas, un bibliotecario que no lee es como un carpintero que no sabe usar el escoplo.
El objetivo primero y principal de la Pedagogía de la Lectura es sembrar la semilla del deseo de leer y estimular todas las posibles prácticas lectoras. Procura que todas las personas lean y se orienta a fortalecer los hábitos lectores de las personas que ya leen, proveyéndolas de ideas y estrategias para que ellas mismas ayuden a que otras personas quieran leer. Así, forma a los futuros formadores de lectores.
(...) La práctica de la lectura es una práctica de reflexión, meditación, ponderación, balance, equilibrio, mesura, sentido común y desarrollo de la sensatez. Todo eso que debe ameritar un buen bibliotecario. Leer es un ejercicio mental excepcional, un precioso entrenamiento de la inteligencia y los sentidos. Correlativamente, las personas que no leen están condenadas a la ignorancia, la improvisación y el desatino. Por eso los bibliotecarios como mediadores son fundamentales, porque en el imaginario social ellos son la cara del saber y el conocimiento. De modo que si ellos no leen caen en abierta contradicción porque más allá de sus conocimientos y habilidades tecnológicas, un bibliotecario que no lee es como un carpintero que no sabe usar el escoplo.