En este momento se precisa un cambio de modelo para las bibliotecas en referencia a esta cuestión. Es interesante poder comparar los diversos modelos de gestión bibliotecaria que podemos abordar. Hacerlo nos va a permitir visualizar mejor los cambios que necesitamos. Cada modelo conlleva en si un concepto de biblioteca.
En primer lugar tenemos la “biblioteca-depósito”, centrada en el documento. Genera una colección documental permanente y cerrada. Se visualiza como un gran contenedor. Su cometido es poder garantizar el acceso a los recursos, por ello realiza una función de custodia actuando replegada sobre ella misma. Es una biblioteca donde solo se organiza y almacena. Un tipo de biblioteca que resulta de utilidad si vivimos en un entorno de escasez de recursos.
La “biblioteca-actividad” ya no actúa solo como intermediario sino que media. No solo facilita el acceso sino que lo provoca. Por eso hablamos de mediación. Su colección es variable (en constate transformación) y distribuida. Deja de ser permanente. Para ello requiere una estructura ramificada, de acción ubicua dentro del marco de la organización, que es lo que marca su ámbito de acción. Para ello utiliza la presencialidad y el entorno virtual.
La verdad es que seguimos actuando un poco como depósito (pero de forma puntual) y como servicio (como esencia de la biblioteca) porque toda ella es un servicio de información. Pero lo que estamos planteando aquí es la necesidad de abordar nuevas dinámicas en la gestión de los recursos para poder acometer con utilidad una de las funciones propias y esenciales de la biblioteca. Ello pasa por filtrar y redistribuir contenidos.
Texto extraído del articulo:
El quehacer de la BECREA en la sociedad red. Servicios de información y acceso a los recursos (acción mediadora) por Glòria Durban publicado en el Portal Libro Abierto [21.10.2013]
En primer lugar tenemos la “biblioteca-depósito”, centrada en el documento. Genera una colección documental permanente y cerrada. Se visualiza como un gran contenedor. Su cometido es poder garantizar el acceso a los recursos, por ello realiza una función de custodia actuando replegada sobre ella misma. Es una biblioteca donde solo se organiza y almacena. Un tipo de biblioteca que resulta de utilidad si vivimos en un entorno de escasez de recursos.
En segundo lugar tenemos la “biblioteca-servicio”, centrada en el usuario y sus necesidades. Ahora no hay custodia sino que los recursos se ofrecen (aunque siguen en custodia ciertos recursos). Este modelo es una evolución del concepto tradicional de biblioteca y es propio de sociedades democráticas y abiertas. Es el actual modelo. La biblioteca actúa como intermediario y no como contenedor. Se realizan tareas de organización pero también de dinamización para facilitar la exploración de la colección que ahora ya es abierta aunque sigue siendo permanente. Es una biblioteca que a pesar que el centro de su actuar ya no es el documento sino el usuario, aun se centra sobre ella misma. El usuario tiene que ir a la biblioteca. Ha de tener la necesidad de utilizarla. ¿Y si no las tiene? ¿Y si no necesita ir a la biblioteca?
La “biblioteca-servicio” así conceptualizada requiere ser replanteada. Actualmente avanza expandiéndose en la red y ofreciéndose desarrollando acciones de difusión de los recursos. La intermediación bibliotecaria toma más sentido hoy que nunca, pero este modelo debe necesariamente reformularse. Necesitamos acciones proactivas para provocar la necesidad de utilizar los recursos que la biblioteca gestiona. Dentro y fuera de la biblioteca.
Nace la “biblioteca-actividad” que actúa de forma global. Aunque solo hace un pequeño giro en su actuar, da un paso de gigante porque la biblioteca se descentra. Es una biblioteca centrada en la actividad de la comunidad o la organización en la que está. El usuario no es alguien “genérico” sino alguien “concreto”, en nuestro caso _bibliotecas escolares_ docentes y aprendices. Es decir personas que asumen un rol o realizan una actividad determinada dentro de la organización. Personas que a causa de dicha actividad requerirán necesariamente cubrir determinadas necesidades de información que nosotros podemos avanzar e incluso provocar. Aquí está el fututo de las bibliotecas en la sociedad del siglo XXI.
Nace la “biblioteca-actividad” que actúa de forma global. Aunque solo hace un pequeño giro en su actuar, da un paso de gigante porque la biblioteca se descentra. Es una biblioteca centrada en la actividad de la comunidad o la organización en la que está. El usuario no es alguien “genérico” sino alguien “concreto”, en nuestro caso _bibliotecas escolares_ docentes y aprendices. Es decir personas que asumen un rol o realizan una actividad determinada dentro de la organización. Personas que a causa de dicha actividad requerirán necesariamente cubrir determinadas necesidades de información que nosotros podemos avanzar e incluso provocar. Aquí está el fututo de las bibliotecas en la sociedad del siglo XXI.
La “biblioteca-actividad” ya no actúa solo como intermediario sino que media. No solo facilita el acceso sino que lo provoca. Por eso hablamos de mediación. Su colección es variable (en constate transformación) y distribuida. Deja de ser permanente. Para ello requiere una estructura ramificada, de acción ubicua dentro del marco de la organización, que es lo que marca su ámbito de acción. Para ello utiliza la presencialidad y el entorno virtual.
La verdad es que seguimos actuando un poco como depósito (pero de forma puntual) y como servicio (como esencia de la biblioteca) porque toda ella es un servicio de información. Pero lo que estamos planteando aquí es la necesidad de abordar nuevas dinámicas en la gestión de los recursos para poder acometer con utilidad una de las funciones propias y esenciales de la biblioteca. Ello pasa por filtrar y redistribuir contenidos.
Texto extraído del articulo:
El quehacer de la BECREA en la sociedad red. Servicios de información y acceso a los recursos (acción mediadora) por Glòria Durban publicado en el Portal Libro Abierto [21.10.2013]