miércoles, 8 de mayo de 2013

Las Artes y las Humanidades tienen una función esencial en las sociedades democráticas. La formación del ciudadano ha de estar alejada del dogmatismo acrítico de ciertas políticas educativas

Se están produciendo cambios drásticos en aquello que las sociedades democráticas enseñan a sus jóvenes. Las políticas educativas tienen responsabilidad sobre ello. 

Actualmente estamos ante la existencia de una "crisis silenciosa", una crisis vinculada a la educación que  como afirma la reconocida filósofa estadounidense Martha Nussbaum en su libro Sin fines de lucro. Por qué la democracia necesita de las humanidades  puede llegar a ser muy perjudicial para el futuro de la democracia.

"La formación técnica que ciertas políticas favorecen parece desdeñar algunas facultades humanas aparentemente improductivas, como la imaginación o el pensamiento. Estas facultades, y la sensibilidad asociada a ellas, son las que cultivan desde hace siglos los saberes humanistas que hoy vemos desaparecer en buena parte de los programas de educación secundaria, así como de las universidades en toda Europa".

"Las Artes y las Humanidades tienen  una función esencial en las sociedades democráticas en cuanto permiten  desarrollar la capacidad de pensar por  uno mismo y de reflexionar e imaginar la situación de otros seres humanos. Los estados nacionales y sus sistemas de educación están descartando, sin advertirlo, ciertas aptitudes que son necesarias para mantener viva a la democracia. Si esta tendencia se prolonga, las naciones de todo el mundo en breve producirán generaciones enteras de máquinas utilitarias, en lugar de ciudadanos cabales con la capacidad de pensar por sí mismos, poseer una mirada crítica sobre las tradiciones y comprender la importancia de los logros y los sufrimientos ajenos".

"La verdadera educación, sin embargo, debe preparar para la ciudadanía, aparte de también para un trabajo. No es que deba desecharse la importancia de una economía sólida y de un sector empresarial próspero, pero ello no puede constituir un fin en sí mismo sino el medio para obtener un fin más humano que opte por un modelo de sociedad en la que se valore la vida digna de todos". 

"La enseñanza debería concebirse como un proceso permanente a la búsqueda de introducir a las personas en una adecuada dinámica, siempre activa e inacabada, donde tanto alumno como profesor se enriquezcan no sólo a nivel intelectual sino también personal, tratando así de comunicar conocimientos y experiencias capaces de estimular el desarrollo humano en todas sus facetas". 

"La enseñanza, por tanto, habría de ser integradora y global, tomando como objetivo el perfeccionamiento del individuo en tanto que persona, permitiéndole conocer otras posibilidades que le enriquezcan y le ayuden a valorar, comprender y respetar otras situaciones diferentes a la suya. 
En definitiva, la educación ha de reforzar el sentimiento de responsabilidad individual, la tendencia a concebir a los demás como individuos en sí mismos y la voluntad de manifestar opiniones críticas".

"La meta final de la educación no puede ser únicamente el aporte al crecimiento económico de un país sino, más bien, el desarrollo de una cultura política abierta y responsable, basada en argumentos sólidos forjados en el respeto y participación de las opiniones diferentes. No se trata, de un adoctrinamiento en los valores que se consideren más válidos, pero sí de la educación en la tolerancia y los valores democráticos".

"Se insiste en que la formación del ciudadano ha de estar, pues, alejada del dogmatismo educativo acrítico y pasar a la formación en los valores que permitan el desarrollo del espíritu libre y crítico de los alumnos, de manera que con el aprendizaje de valores y conocimientos pueda llevarse a cabo el libre desarrollo de su personalidad y hacer posible el de los restantes miembros de la sociedad"