lunes, 15 de abril de 2013

La utopía no puede ser idealizada: el poder de la biblioteca escolar es inmenso, pero no es un "superpoder". Necesitamos una visión más realista de las potencialidades y utilidad de la biblioteca escolar

En la última década hemos ido avanzando en clarificación de concepto, finalidad y articulación de la biblioteca escolar en los centros educativos y en los foros profesionales.  Aun así, el progreso ha sido desigual según los contextos y según las fuentes que han alimentado los argumentos de su existencia y su valor. Prevalece de forma general una visión utópica que no acaba de encontrar anclajes en las políticas educativas.

Actualmente se precisa promover una visión más realista de las potencialidades y utilidad de la biblioteca escolar. La utopía no puede ser idealizada, si lo hacemos se nos desmorona y pierde credibilidad. La utopía ha de existir pero debe mas bien contextualizarse. Hay que considerar en primer lugar los mecanismos propios del sistema escolar, las políticas educativas que prevalecen y se generan, así como también las nuevas necesidades propias de la cultura digital y la sociedad red. En este contexto ¿qué puede y qué no puede hacer la biblioteca escolar?

Las diferencias de visión en referencia a la articulación de la biblioteca escolar entre el sector bibliotecario y el educativo han sido siempre evidentes. Pero ahora el problema no es este. En la argumentación de su existencia y su valor se aprecia sutilmente un desenfoque dentro del mismo sector educativo. Prevalece una visión utópica que otorga a la biblioteca escolar un sobredimensionado valor movilizador, vinculado a su propia esencia bibliotecaria, considerándola corazón o motor generador de aquellos cambios que soñamos, necesitamos y aspiramos. Esta visión determina unas expectativas que el sistema escolar por esencia no puede cumplir y que las políticas educativas no contemplan, por lo tanto generan desencanto y frustración. A su vez tiñen de queja y reivindicación muchos discursos que deberían articularse sobre otras premisas, considerando otros elementos.

El poder de la biblioteca escolar es inmenso, pero no es un "superpoder". Es un poder energético pero vinculado a las personas que trabajan en un centro escolar que sueñan y anhelan una concepción de la educación basada en el valor del desarrollo personal, social y cultural de los alumnos, y no únicamente en la formación académica. Personas comprometidas con la educación y sus fines, personas que necesitan para ello elementos, recursos y agentes de poyo que les permitan abordar proyectos específicos para conseguir sus fines. La biblioteca resulta para ellos una herramienta poderosa. Ellos le dan el poder.

Así pues esta energía movilizadora de la biblioteca escolar es real pero no está vinculada a su esencia bibliotecaria, sino a  la recepción por parte del claustro de su condición de agente interdisciplinar.  La biblioteca escolar es un "conector" de iniciativas y posibilidades educativas y culturares que un centro de la mano del profesorado puede generar. La biblioteca no es un proyecto por ella misma, sino solo un agente catalizador de propuestas y dispensador de recursos y apoyos. 

Por ello es necesario que abracemos una visión amplia de la biblioteca escolar, una visión panorámica. Es peligroso verla solo de forma parcial (dinamizadora de la lectura, formadora en habilidades informacionales, integradora social…..), porque hacerlo nos limita la visión. Su expansión y desarrollo no será nunca pleno, no existe un "ideal" de biblioteca escolar. Su desarrollo será siempre parcial porqué estará en función de su contexto especifico. Este será quien determinará lo que se querrá hacer con ella y hasta que punto para ello se la desarrollará. La evaluación de su impacto y su trabajo debe considerar esta premisa. Hay que valorar unos indicadores generales pero siempre en función del contexto donde la biblioteca se sitúa.

La biblioteca escolar no es en esencia solo una “biblioteca”, con ámbitos de actuación, sino más bien un recurso considerado como un agente poderoso para movilizar aquello que un claustro o una dirección precise en un momento determinado de movilizar en un centro educativo: la lectura, la investigación, la cultura, las metodologías, la interculturalidad, la socialización.... lo que se determine como prioridad.

Cada centro es distinto y tiene sus necesidades y sus potencialidades... no podemos generalizar. Hay unos ámbitos de actuación para la biblioteca evidentemente, pero todo confluye en las finalidades últimas de la educación. Por eso es tan rica la biblioteca y tenemos tantas experiencias que lo corroboran. Las buenas prácticas que día a día se difunden por la red nos muestran esta realidad. Son diversas porque diversos son los contextos y diversas las situaciones, pero en todas ellas la biblioteca escolar resulta útil y movillizadora.

Para articular este agente poderoso se precisa desprenderse de la impronta bibliotecaria y centrar su finalidad en la escuela y en el proyecto de centro, y no en la lectura, la investigación y los libros (que solo son medios). Si nos desprendernos de esta impronta bibliotecaria, podremos comprender con facilidad la manera de repensarla. Su futuro en la sociedad red precisa desprenderse de esta concepción material de la biblioteca y centrar su articulación en los servicios mediadores que ella puede generar.

El progreso no está garantizado ni es un proceso continuo, sino disruptivo, ya que la historia se mueve persimoniosamente, pero el progreso en las bibliotecas escolares puede acontecerse. Las bibliotecas escolares están vivas y deseamos que avancen pero para ello es importante avanzar primero en discurso y perspectiva panorámica.