Esta realidad demanda cambios en la manera como planteamos las actividades formativas en la biblioteca escolar en referencia al conocimiento de la diversidad de recursos informativos disponibles. Se precisa conectar con las practicas informacionales propias de la cultural digital.
Hasta el momento hemos asociado la información y su uso a la consulta de "documentos" (libros, revistas,
DVD...). Estos articulaban un universo informativo vinculado a la cultura impresa que ahora resulta obsoleto e insuficiente. Al desaparecer en el entorno digital el “objeto” como contenedor, los recursos informativos o productos que contienen información son
ahora inmateriales. No tienen un soporte físico, sino que fluyen en el entorno
digital, dejan de ser cápsulas cerradas para convertirse en servicios de
información abiertos y flexibles, más ricos comunicativamente y en permanente
actualización.
En este entorno la información está cogiendo formas más simples, más breves, pequeñas piezas que se agrupan en servicios informativos (portales, webs, blogs, repositorios de vídeos y fotos, catálogos…) que facilitan su acceso con herramientas propias de búsqueda y recuperación.
Pero realmente la cuestión que debe considerar nuestra atención es que en las actuales prácticas informacionales hay un cambio en la forma como nos acercamos a la información. Sobresalen los datos (la información fragmentada) y la tecnología o dispositivo que facilita su acceso. Estos dos elementos son los que nuestros alumnos valoran como lo más importante. Asocian la palabra “información” ya no a un producto u obra, con unos contenidos que alguien ha elaborado, sino más bien a unos datos “crudos y a granel” permanentemente accesibles desde sus dispositivos electrónicos.
En este entorno la información está cogiendo formas más simples, más breves, pequeñas piezas que se agrupan en servicios informativos (portales, webs, blogs, repositorios de vídeos y fotos, catálogos…) que facilitan su acceso con herramientas propias de búsqueda y recuperación.
Pero realmente la cuestión que debe considerar nuestra atención es que en las actuales prácticas informacionales hay un cambio en la forma como nos acercamos a la información. Sobresalen los datos (la información fragmentada) y la tecnología o dispositivo que facilita su acceso. Estos dos elementos son los que nuestros alumnos valoran como lo más importante. Asocian la palabra “información” ya no a un producto u obra, con unos contenidos que alguien ha elaborado, sino más bien a unos datos “crudos y a granel” permanentemente accesibles desde sus dispositivos electrónicos.
Para ellos la tecnología es información y la
información es tecnología. Pero esta premisa es frágil e inconsistente en un ecosistema
comunicativo muy potente para la creación de contenidos y no únicamente para su uso y consumo. Porqué si queremos que ellos sean creadores es imprescindible que aprendan a reconocer la valúa de los contenidos como representación de conocimiento y no
como tecnología.
La tecnología no es información, sino solo el medio que permite su acceso. Los contenedores
(servidores, discos duros, memorias, archivos...) donde se almacena la
información en el entorno digital no son ahora relevantes, sino más bien
transparentes. Lo importante para el usuario es la tecnología, entendida como los
dispositivos de acceso y los servicios que
se generan con ella para la recuperación de información en la web.
Por ello nos cuesta diferenciar entre datos e información. Visualizar como en la red la información "se derrama" y se fragmenta nos confunde. Necesitamos redescubrir la
información como lo que siempre ha sido y debe seguir siendo, como
representación de conocimiento. Estas
representaciones han ido conformando nuestra cultura, ahora la creación de
contenidos en el entorno digital pasa por el uso normalizado de la multimodalidad.
Desaparece la primacía del discurso textual como único lenguaje comunicativo y
aparecen nuevos discursos, nuevas narrativas para la representación del
conocimiento. Bienvenida sea así, en este sentido, la cultura mutimodal.