Aquello que justifica la existencia de la biblioteca escolar no es la biblioteca en sí como estructura organizativa estable que proporciona servicios bibliotecarios. Sino más bien, su uso como recurso educativo facilitador del desarrollo de procesos de enseñanza-aprendizaje y de prácticas lectoras.
Pero la biblioteca escolar es más que un recurso porqué también genera posibilidades continuadas de apoyo a la labor docente y acciones de coordinación educativa para el desarrollo curricular. En consecuencia la podemos considerar un agente interdisciplinar que apoya de forma estable el desarrollo del proyecto curricular y educativo del centro.
Por ello es necesario visualizar un modelo de implementación propio, diferenciado de otras instancias bibliotecarias. Porque la realidad a la que la biblioteca escolar hace referencia, es una realidad distinta de la que podemos encontrar en el desarrollo de una biblioteca pública o universitaria. No se trata únicamente de implementar una biblioteca en un contexto escolar, sino que el concepto de biblioteca como centro de recursos es, en este caso, modelado por el proceso educativo. El punto de inflexión no pueden ser los servicios bibliotecarios que explotan los recursos, sino las posibilidades didácticas que el uso de estos materiales puede generar. En consecuencia la biblioteca desarrollará servicios bibliotecarios pero estos no se configuraran como finalidad en si.
La implementación de la biblioteca escolar pasa por iniciar un proceso de trabajo en la escuela que conlleve su consolidación paulatina como recurso educativo e incida en activar su utilidad pedagógica desde el ámbito de la planificación y organización escolar. Hay que llevar a cabo estrategias concretas que permitan a la biblioteca ser transparente en el quehacer cotidiano del centro pero influyente en los procesos de enseñanza y aprendizaje. Esta labor configura una acción de apoyo pedagógico que responde a la finalidad última de poder proporcionar elementos de mejora a la enseñanza.
Por esta razón no podemos circunscribir las acciones de la biblioteca solo a su organización y dinamización interna como es el caso de la biblioteca pública. El modelo propio que define la biblioteca escolar determina otro enfoque y requiere para ser implementado otros ámbitos de actuación.
Por un lado, hay que abordar la gestión de la biblioteca, sus instalaciones y equipamientos pero especialmente sus recursos y servicios. Es importante garantizar una estructura organizativa estable que facilite la creación de un entorno presencial propicio para el aprendizaje y la lectura. A su vez este entorno configura un lugar de encuentro y relación personal dentro de la comunidad educativa de gran valor social y educativo. Pero esta labor debe realizarse considerando que la biblioteca no es una institución diferenciada sino que forma parte de la institución escolar. Por tanto, la gestión también debe incluir a elementos derivados de la coordinación de la biblioteca con otros ámbitos internos escolares.
La segunda acción, responde a la coordinación y promoción de su uso pedagógico que representa una labor no de dinamización de la biblioteca, sino de participación en el sistema escolar. La finalidad es movilizar su uso y asegurar su utilidad considerando las acciones de apoyo pedagógico que pueden llevarse a cabo cada curso escolar.
Texto extraído del libro:
Durban Roca, Glòria. La biblioteca escolar, hoy. Un recurso estratégico para el centro. Barcelona: Graó, 2010.
Durban Roca, Glòria. La biblioteca escolar, hoy. Un recurso estratégico para el centro. Barcelona: Graó, 2010.