viernes, 15 de febrero de 2013

En la sociedad red el término “documento” y sus derivados han “caducado". ¿Qué sentido adquiere la clasificación documental tradicional de las fuentes informativas?

Hay palabras vinculadas al concepto de biblioteca que “chirrían” en el contexto de una sociedad red. Palabras cuya significación está asociada en el imaginario colectivo a la cultura industrial.

En el nuevo entorno donde los recursos informativos circulan y fluyen continuamente, donde la información crece de forma exponencial en un flujo constante, derramándose por todas partes a tiempo real, el término “documento” y sus derivados han “caducado”.

Así pues necesitamos despojarnos de los términos que representan una significación caduca y reinventarlos para que puedan representar de forma explícita la significación (re)novada que precisa la cultura digital.

Porqué los tipos de representaciones del conocimiento accesibles desde el entorno digital son cada vez más ricos y matizados. La información se organiza con criterios distintos a los tradicionales. La idea de cultura participativa y de inteligencia distribuida ha descolocado la concepción de conocimiento experto y ahora son muchas las fuentes para informarnos y aprender.

En este nuevo escenario en que toda voluntad de orden y permanencia es una ilusión y donde dejamos de ordenar y aglutinar la información en cápsulas cerradas ante accesos más flexibles y múltiples.. ¿qué sentido adquiere la clasificación documental tradicional de las fuentes informativas?

Aunque no podemos ordenar el mundo digital bajo los parámetros del mundo físico o analógico sí que necesitamos en el entorno digital algunas premisas. Aparece la necesidad de disponer de nuevas formulas para orientar las búsquedas en un ecosistema informativo que se presenta múltiple y extremadamente complejo.

Se precisa una propuesta distinta para diferenciar tipologías de recursos informativos. Una posible clasificación que pueda incluir tanto las nuevas tipologías digitales (webs, directorios, depósitos digitales…) como las tradicionales. Necesitamos un mapa de navegación más simple que esté formulado en función de las características que actualmente podemos valorar como relevantes en un recurso informativo. Nos referimos a:
  • El lenguaje o modo comunicativo utilizado
  • El tipo de tratamiento que recibe el contenido (el grado de detalle y el nivel de complejidad)
  • El soporte material 
  • El tipo de acceso a la información que proporciona (directo o indirecto).
Al mismo tiempo cabe considerar que la educación en información precisa incidir en otros aspectos que van más allá del conocimiento de las fuentes informativas. Nuestro alumnado ha de saber identificar todos los elementos entrelazados que conforman la actual complejidad informativa. Se trata de conocer y diferenciar:

1. La diversidad de tipologías de recursos informativos
2. Los entornos informativos disponibles (bibliotecas e Internet)
3. Las herramientas de búsqueda de los propios recursos y de los entornos informativos

Porqué es importante la comprensión de la globalidad del mundo informativo con sus particularidades y al mismo tiempo el conocimiento de las relaciones que tienen entre sí estas particularidades dentro de la globalidad. Este conocimiento es uno de los recursos básicos que podemos disponer para poder realizar procesos de selección de información de forma adecuada actuando con autonomía y responsabilidad.