sábado, 26 de enero de 2013

El peligro real que la implementación de proyectos y planes de lectura se limite al desarrollo de los aspectos funcionales de la lectura. La necesidad de alentar y afirmar la experiencia lectora

En la actualidad existe un consenso general en considerar la lectura como uno de los aspectos
prioritarios a fomentar y desarrollar en los centros escolares. La responsabilidad que tiene la escuela en enseñar a leer y en garantizar óptimos niveles de competencia lectora es una cuestión obvia. Preocupa los resultados obtenidos en las evaluaciones como PISA o PRILS así como la necesidad de remitir los altos índices de fracaso escolar.

En este sentido la mayoría de las políticas educativas actúan vinculando la promoción de la lectura a estos aspectos. La problemática aparece cuando analizamos el enfoque implícito de las acciones de promoción de la lectura que se llevan a cabo en las aulas y cuando valoramos si estas prácticas ayudan realmente al desarrollo de experiencias lectoras positivas para el alumnado.

En general parece como si solo preocupasen los resultados. Como si solo interesase aquello que se puede medir, el aspecto instrumental de la lectura, el logro en la adquisición de habilidades, quedando en segundo lugar aquello difícil de ser cuantificado, como puede ser el provecho de la lectura a nivel personal y  emocional.

La reflexión nos conduce a considerar el peligro real que la actual implementación de proyectos o planes de lectura en los centros escolares se limite al desarrollo de los aspectos funcionales o instrumentales de la lectura. Estos resultan imprescindibles y básicos pero no son los únicos elementos importantes cuando hablamos de fomento de la lectura.

Se deberían considerar armónicamente todos los aspectos para la promoción de forma continuada de hábitos lectores. La experiencia nos demuestra que esto puede realizarse cuando se forjan caminos didácticos vinculados a la mediación y al contagio, así como estrategias que conlleven propuestas de lectura o itinerarios lectores diseñados y organizados. Estrategias que en la mayoría de los casos colisionan con la obligatoriedad en la lectura de textos o obras concretas que se alejan normalmente de los intereses del alumnado.

¿No podríamos “obligar” a leer a nuestros chicos y chicas pero facilitando la posibilidad de escoger lecturas en libertad dentro de unas propuestas más amplias? ¿A caso todos los niños y niñas tienen los mismos intereses? ¿Por qué nos empeñamos en que todos lean lo mismo? Todos consideramos los hábitos lectores como un aspecto fundamental pero la realidad no corrobora esta convicción. ¿Hemos renunciado? No podemos actuar con determinismo ante las preocupantes resistencias y prejuicios en referencia al libro y la lectura que invaden a nuestros jóvenes. Se está fraguando la necesidad real de provocar un proceso de cambio en las escuelas y en los institutos en la forma de abordar la lectura en las aulas. No podemos actuar sin darnos cuenta de ello.

Porqué alentar y afirmar la experiencia individual de la lectura representa un enfoque especifico para su fomento y promoción. Pues frente el desarrollo de la lectura lo que se plantea realmente como eje central de la cuestión es el desarrollo del lector. Como indica Juan Domingo Argüelles en su libro "Si quieres lee.. Contra la obligación de leer y otras utopías lectoras" el objetivo no se centra en las habilidades de lectura sino en alentar y afirmar la experiencia lectora. Las habilidades se incluyen. No se trata únicamente que nuestros alumnos sepan leer bien sino que también se aficionen a leer. Se desarrollen como lectores, aprecien la lectura como una experiencia personal gratificante y con sentido. Descubran la lectura como una vía para saciar sus ansias de curiosidad y sus ganas de saber.

Toda actividad de promoción de la lectura debería colocar al lector en el centro del proceso de lectura. Llegamos al núcleo del asunto, tan importante como considerar los contenidos en lectura que hay que trabajar y desarrollar, es el hecho de determinar el enfoque con que vamos abordar todas las acciones de promoción lectora. Para ello es imprescindible reflexionar y revisar el concepto de lectura que tenemos, y considerar qué lo sostiene y argumenta.