"Es preciso comprender la densidad de las transformaciones que atraviesan los modos de comunicar. Lo que cuesta de aceptar es la aparición de una experiencia cultural nueva. Unos nuevos modos de percibir y de sentir, de oír y de ver, una nueva sensibilidad colectiva. Los medios de comunicación y las tecnologías de información significan para la escuela en primer lugar un reto cultural, que hace visible la brecha cada día más ancha entre la cultura que enseñan los maestros y aquella otra desde la que aprenden los alumnos.
Antes que una cuestión de medios el nuevo escenario comunicativo debería ser para la educación una cuestión de fines: ¿qué transformaciones necesita la escuela para encontrarse con su sociedad?. Porque de lo contrario la mera introducción de medios y tecnologías de comunicación en la escuela puede ser la más tramposa manera de ocultar sus problemas de fondo tras la mitología efímera de su modernización tecnológica.
El problema de fondo es cómo insertar la escuela en un ecosistema comunicativo, que es a la vez experiencia cultural y espacio educacional difuso y descentrado. Y cómo seguir siendo en ese nuevo escenario el lugar donde el proceso de aprender guarde su encanto: a la vez rito de iniciación en los secretos del saber y desarrollo del rigor de pensar, del análisis y la crítica, sin que lo segundo implique renunciar al goce de crear.
Ubicada en esa perspectiva la relación educación/comunicación se desdobla en ambos sentidos: ¿qué significan y qué retos plantean a la educación los cambios en la comunicación?, ¿qué tipo de educación cabe en el escenario de los medios?
Más que un conjunto de nuevos aparatos, de maravillosas máquinas, la comunicación designa hoy un nuevo sensorium (W. Benjamin): nuevas sensibilidades, otros modos de percibir, de sentir y relacionarse con el tiempo y el espacio, nuevas maneras de reconocerse y de juntarse.
La experiencia audiovisual replantea los modos mismos de relación con la realidad ya que introduce transformaciones en nuestra percepción del espacio y el tiempo. Del espacio, profundizando el desanclaje, desterritorilizando las formas de percibir lo próximo y lo lejano hasta tornar más cercano lo vivido “ a distancia” que lo que cruza nuestro espacio físico cotidianamente. Paradójicamente esa nueva espacialidad no emerge del recorrido viajero que me saca de mi pequeño mundo sino de su revés, de una experiencia domestica convertida en ese territorio virtual.
Hay que plantearse la profunda reorganización que atraviesa el mundo de los lenguajes y las escrituras; y la consiguiente transformación de los modos de leer que está dejando sin piso la obstinada identificación de la lectura con lo que atañe unicamnete al libro y no a la pluralidad y heterogeneidad de textos, relatos y escrituras (orales, visuales, musicales, audiovisuales, digitales) que hoy circulan"
J.Martin-Barbero. “Jovenes: entre la ciudad letrada y el mundo digital”. En: Las lecturas de los jóvenes. Un nuevo lector para un nuevo siglo. ANTHROPOS, 2010