La propuesta de cambio educativo iniciada en Catalunya con el programa Escola Nova21 es un ejemplo de ello. Esta plataforma ha generando un proceso que puede ser beneficioso a nivel general. Está actuando como motor de arranque. Y esto, a pesar de las críticas posibles, ha de ser considerado positivo.
En este contexto de cambio… ¿cómo se presenta la biblioteca escolar? ¿Qué lugar ocupa? Resulta que no está descrita. No se contempla. Se propone el trabajo por proyectos pero no se considera la biblioteca como espacio para realizarlos, ni como centro de recursos. Solo en las actividades de lectura hay alguna referencia a la biblioteca, pero importan más los itinerarios lectores que el espacio donde leer o encontrar los libros. Entonces… ¿cómo puede la biblioteca de un centro escolar intervenir en los procesos de cambio y transformación educativa que precisa la escuela?
La biblioteca escolar tiene potencial para hacerlo, pero debería adaptarse al cambio. Hay que moverse. Pero... ¿cómo? ¿Hacia dónde? Hay que adaptarse a una nueva situación dentro de la organización de los aprendizajes y en el modelo organizativo de centro. Estamos ante un cambio nuclear para la biblioteca escolar, pues se vincula a las estructuras organizativas. Si estas se modifican... ¿en qué lugar o situación queda ella? La biblioteca escolar ya ha tenido que adaptarse a la irrupción del mundo digital, pero ahora el cambio está vinculado a su uso y a sus funciones, y a la manera como puede llevarlas a cabo.
En este contexto, se trata de considerar a la biblioteca escolar como un instrumento facilitador del desarrollo de determinados elementos que son esenciales para el proceso de transformación que ha de abordar la escuela.
Ya no podemos argumentar la utilidad de la biblioteca en un centro escolar desde las funciones que el modelo tradicional le atribuye (fomento de la lectura, formación en destrezas informacionales, mediación en los recursos…) para dar apoyo al proyecto educativo de centro. Si realmente lo que queremos es articular la incorporación del uso de las bibliotecas a las dinámicas de los centros hay que plantear otra estrategia para su implementación.
Lo que deberíamos es argumentar su utilidad desde su valor como instrumento pedagógico, para ser usado por la comunidad educativa para facilitar aquellas acciones que cada centro escolar determine dentro de su propio proyecto.
En este contexto, se trata de considerar a la biblioteca escolar como un instrumento facilitador del desarrollo de determinados elementos que son esenciales para el proceso de transformación que ha de abordar la escuela.
Ya no podemos argumentar la utilidad de la biblioteca en un centro escolar desde las funciones que el modelo tradicional le atribuye (fomento de la lectura, formación en destrezas informacionales, mediación en los recursos…) para dar apoyo al proyecto educativo de centro. Si realmente lo que queremos es articular la incorporación del uso de las bibliotecas a las dinámicas de los centros hay que plantear otra estrategia para su implementación.
Lo que deberíamos es argumentar su utilidad desde su valor como instrumento pedagógico, para ser usado por la comunidad educativa para facilitar aquellas acciones que cada centro escolar determine dentro de su propio proyecto.
Estas pueden ser el fomento de la lectura, o la dinamización cultural o el impulso de la participación de las familias…, las acciones pueden ser diversas y van a depender de la singularidad de cada centro. Lo relevante es que surjan desde dentro de la escuela como prioridades u objetivos internos.
Este es el gesto de cambio que va a permitir a las bibliotecas escolares adaptarse y sobrevivir en el sistema educativo. Se trata de actuar desde dentro de la escuela. Si no avanzan en esta dirección, si no se adaptan a esta realidad, es probable que las bibliotecas escolares tal y como las hemos pensamos hasta ahora, entren en extinción.
Estamos ante la posibilidad de construir un nuevo relato más sencillo y con menos expectativas. Una nueva representación de lo que es una biblioteca escolar. Las bibliotecas escolares han de ser unas infraestructuras bibliotecarias más útiles pedagógicamente, por lo que han de ser más simples en su gestión. No se trata de romper con el modelo existente sino de presentar una actualización. Determinar estrategias de implementación y desarrollo más flexibles y singularizadas a la realidad de cada centro educativo.
Todo ello con un doble objetivo: dar respuesta a este contexto de cambio, y contrarrestar el pesimismo existente en nuestro colectivo fundamentado en la denuncia de las carencias existentes. Muchas de las acciones que determinamos hace años para la biblioteca escolar son imposibles de realizar. De forma generalizada hemos visto que los centros educativos no están preparados para ello. No toda la responsabilidad es de la administración, hay carencias dentro de los propios centros que no permiten articular el uso de la biblioteca de forma natural.
Si han funcionado, si están funcionando determinadas bibliotecas escolares es porque en ellas se conjuran diversas coyunturas que lo facilitan: como la corresponsabilidad docente o proyectos de lectura compartidos por la comunidad educativa. Porqué estos elementos sí que son claves de éxito para la biblioteca escolar.
Ahora no es momento de lamentaciones ante las carencias. Lo que importa es determinar como las bibliotecas escolares se incluyen en el contexto organizativo de la docencia y en las dinámicas relacionales de la comunidad educativa. Y buscar soluciones para su gestión y desarrollo vinculadas a las directrices administrativas relativas a la autonomía de centro.
La reflexión tiene dos niveles de análisis. En primer lugar es preciso discernir qué elementos resultan esenciales para el cambio y la transformación educativa en la escuela. Y identificar aquellos donde puede vincularse la biblioteca de forma específica. En segundo lugar tendríamos que determinar cómo puede la biblioteca escolar facilitar el desarrollo de estos elementos identificados. Empecemos a construir discurso sobre ello.
Este es el gesto de cambio que va a permitir a las bibliotecas escolares adaptarse y sobrevivir en el sistema educativo. Se trata de actuar desde dentro de la escuela. Si no avanzan en esta dirección, si no se adaptan a esta realidad, es probable que las bibliotecas escolares tal y como las hemos pensamos hasta ahora, entren en extinción.
Estamos ante la posibilidad de construir un nuevo relato más sencillo y con menos expectativas. Una nueva representación de lo que es una biblioteca escolar. Las bibliotecas escolares han de ser unas infraestructuras bibliotecarias más útiles pedagógicamente, por lo que han de ser más simples en su gestión. No se trata de romper con el modelo existente sino de presentar una actualización. Determinar estrategias de implementación y desarrollo más flexibles y singularizadas a la realidad de cada centro educativo.
Todo ello con un doble objetivo: dar respuesta a este contexto de cambio, y contrarrestar el pesimismo existente en nuestro colectivo fundamentado en la denuncia de las carencias existentes. Muchas de las acciones que determinamos hace años para la biblioteca escolar son imposibles de realizar. De forma generalizada hemos visto que los centros educativos no están preparados para ello. No toda la responsabilidad es de la administración, hay carencias dentro de los propios centros que no permiten articular el uso de la biblioteca de forma natural.
Si han funcionado, si están funcionando determinadas bibliotecas escolares es porque en ellas se conjuran diversas coyunturas que lo facilitan: como la corresponsabilidad docente o proyectos de lectura compartidos por la comunidad educativa. Porqué estos elementos sí que son claves de éxito para la biblioteca escolar.
Ahora no es momento de lamentaciones ante las carencias. Lo que importa es determinar como las bibliotecas escolares se incluyen en el contexto organizativo de la docencia y en las dinámicas relacionales de la comunidad educativa. Y buscar soluciones para su gestión y desarrollo vinculadas a las directrices administrativas relativas a la autonomía de centro.
La reflexión tiene dos niveles de análisis. En primer lugar es preciso discernir qué elementos resultan esenciales para el cambio y la transformación educativa en la escuela. Y identificar aquellos donde puede vincularse la biblioteca de forma específica. En segundo lugar tendríamos que determinar cómo puede la biblioteca escolar facilitar el desarrollo de estos elementos identificados. Empecemos a construir discurso sobre ello.