La educación debe concentrarse en aquellos
aspectos que no van a caducar. Si tuviera que simplificar: en saber expresar,
saber matemáticas y tener un sentido cívico. De casi todo lo demás podríamos
prescindir.
(...) Hoy es muy distinto educar porque no tenemos
delante sujetos supeditados a la escasez de datos, sino a personas que tienen
delante excesiva información e insuficientes orientaciones. El problema no es
la ignorancia, sino la confusión. Hoy los datos son una distracción. El exceso
de datos no nos deja pensar. El aumento de información va acompañado de un
avance muy modesto de nuestra comprensión del mundo.
(...) Hoy, los que nos dedicamos a educar deberíamos
orientar y señalar donde no hay que perder el tiempo, saber lo que no se
necesita saber. El profesorado también está desbordado por la
información, y en muchos casos carece de competencia para orientar en ese océano.
Es una dificultad pero es lo que tenemos que hacer porque la información no
distingue lo que tiene sentido de lo que no lo tiene. La transformación de la
educación va por ahí. Hemos de
desarrollar habilidades muy diferentes, propias de una época de
hiperconectividad.
(...) Antes la conexión era un lujo, conocer gente,
estar en contacto, pero hoy vivimos en una sociedad en la que todo está
conectado y lleno de estímulos, y en la que se nos pide respuestas inmediatas. Sin embargo no somos conscientes de que pensar es interrumpir, darle a un
interruptor y sustraerse a esa vorágine. Por eso hemos de aprender la
desconexión y a saber gestionar la información de la que disponemos.
Cada vez afirmamos más cosas que nos han dicho
y que no hemos pensado ni experimentado nosotros mismos; quizás sea
irremediable y, en determinados casos, necesario, pero hay cosas serias para
las cuales, como decía Kant, “el yo tiene que acompañar a mis representaciones”,
es decir, distinguir entre pensar o simplemente repetir acríticamente.
(...) Una sociedad del conocimiento es aquella en la
que el saber central es el saber crítico, revisable y reflexivo, y no tanto un
saber empaquetado que recibimos acríticamente. Pero esta sociedad más que del conocimiento,
es una sociedad de la ignorancia. Porque es una sociedad que asombrosamente nos
hace a todos un poco más tontos.
Nosotros sabemos mucho más que nuestros antepasados, pero lo
que ignoramos es mucho mayor, porque el numero de cosas potencialmente conocible
por cada uno de nosotros es infinito. La vivencia del tiempo en nuestra
sociedad es de escasez, sentir qué poco tiempo tenemos, miestras que la
vivencia de nuestros abuelos era de lentitud. Por un lado es una cuestión cuantitativa, hay
mucho más saber disponible y accesible al que no vamos a poder nunca llegar. Y
por otro es el problema de que nunca tendremos suficiente. Viviremos en una
situación que no sentían nuestros abuelos: la incertidumbre de tomar decisiones
con un saber incompleto.