miércoles, 26 de septiembre de 2012

El excesivo poder que damos a la tecnología. Una obviedad que a veces olvidamos

Actualmente una de las ideas fuerza que se está desarrollando en el ámbito de las TIC  es el desarrollo de los llamados PLE’s o entornos personales de aprendizaje. Según diversos autores estamos ante una manera distinta de usar las tecnologías digitales para aprender que presta especial atención y valor al aprendizaje informal. La propuesta es atractiva pero requiere aun ser concretada en relación a la educación formal y al aprendizaje que se realiza en las instituciones escolares.

La educación formal ha quedado descentrada, pero .... ¿y qué? Lo que no puede es dejar de ser considerada fundamental. Parece que algunos se olviden. Ya sabemos de sus males y dolencias... por ello debemos trabajar para mejorarla. Si no se parte de esta premisa las TIC siempre serán externas y se seguirá hablando de integrarlas a las practicas escolares y al curriculum elaborando construcciones teóricas alejadas de las aulas.

Los discursos actuales del uso de las TIC en los centros educativos se articulan en esta ambivalencia: el poder del propio recurso y el poder de las acciones que el recurso facilita. Urge dar luz a esta obviedad porque las herramientas TIC en este momento son muy ponentes al servicio de aprendizajes significativos adecuadamente diseñados por el profesorado. Su implementación puede ayudar a redescubrir cosas que han sido siempre fundamentales.

Demasiado poder se le da a la tecnología. Porque todos sabemos que si no hay determinados hábitos de trabajo colaborativo y de pensamiento, no se puede trabajar en las redes sociales. Si no hay cultura de rastrear, de buscar, de informarse, de curiosear, no hay aprendizaje a lo largo y ancho de la vida. Si no hay costumbre de participar y opinar en los entornos presenciales, tampoco se va a poder hacer en la red. Y si no hay criterio personal y capacidad para construir ideas y argumentos, las interacciones que se lleven a cabo no producirán realmente conocimiento colectivo.

Más que nunca el desarrollo de las capacidades intelectuales constituye un objetivo educativo de primer orden en el marco de la cultura digital. La situación actual reclama una escuela centrada no en la tecnología sino en el desarrollo del pensamiento. Enseñar a pensar acertadamente (con criterio) para que el individuo pueda tener autonomía intelectual.

Para pensar con criterio, dando razones, el uso de la lógica y del razonamiento es la base. Implica examinar cualquier cuestión a la luz de las evidencias que la sustentan desarrollando un proceso cognitivo complejo que requiere un determinado tipo de habilidades intelectuales  pero también de forma fundamental el desarrollo de la curiosidad intelectual como actitud personal. Al mismo tiempo el desarrollo de habilidades de pensamiento también ha de incluir el desarrollo de la intuición y el pensamiento creativo. El nuevo ecosistema comunicativo e informacional propio de la cultura digital lo favorece.