En anteriores columnas he manifestado el interés por la forma de dosificar la información en un mundo en red y sus efectos indiscutibles en la educación.
La información se va haciendo granular, y esta tendencia alarma a quienes consideran que lleva a un desmigajamiento del discurso. Me he esforzado en defender que no es así, sino que están apuntando otras formas de componer el
discurso, a partir de lo que podría estar condenado a
permanecer inconexo.
Nos esperan otras prácticas de comunicación, de emisión y de recepción, de escritura y de lectura, de hablar y de escuchar muy atrayentes, aunque por explorar. Una causa de esta “granularidad” de la información con la que componer la comunicación se debe al entorno de sobreinformación en el que la tecnología nos ha envuelto.
En varias ocasiones, en esta misma columna, he intentado razonar sobre cómo esta situación de
exceso desemboca necesariamente en formas más estrictas de dosificación de la
información para que la comunicación pueda funcionar.
Pero hoy querría hacer ver el efecto que produce la
Red, es decir, un espacio sin lugares en el que la información no tiene que recorrer una
distancia y, por tanto, que llega, o se alcanza, sin demora.
No hay ya que empaquetarla en un libro, un álbum musical, un rollo de celuloide, o una conferencia de una hora dictada por una persona que ha recorrido una
distancia, en ocasiones considerable, para llegar a ese lugar.
Por consiguiente, no es obligado aprovechar el contenedor al máximo ni procurar que tenga la mayor cabida posible, como se haría con un camión u otro medio de
transporte. Cuando la información la tenemos próxima puede fluir en dosis mucho más pequeñas y, a la vez, aumenta la interacción con ella, como resulta en una conversación. Si ofrecen en la estantería del supermercado fruta
empaquetada, el comprador tendrá que guiarse sólo por el aspecto
externo del conjunto. Pero si se ofrece a granel, elegirá, y tocará (mayor interacción), una a una las piezas.
Desde iTunes, los modelos de negocio en la Red ya han entendido
este principio. Ahora queda desarrollar interesantes mutaciones, ya iniciadas, en las formas de comunicación, y que incidirán significativamente en la
educación.